dilluns, 17 de setembre del 2012

Yo también quiero la independencia para Catalunya y su gente


 
No se pueden olvidar los detalles cuando se quiere pensar en grande. Es una cuestión de perspectiva.

La dependencia, en sentido político, es una situación de sometimiento de una comunidad nacional a otro estado, de modo que su voluntad se encuentra anulada o limitada para tomar decisiones fundamentales. Se debe distinguir entre dependencia política, dependencia económica, y dependencia cultural.

Yo quiero que mi país y su gente sean independientes sin matices, y pueda ejercer el derecho a decidir sobre todo lo que afecte a su vida. Quiero que la gente de mi país sea independiente de los grupos de presión económicos y financieros sin patria. Y no quiero la independencia para Catalunya si no hay un proyecto político ambicioso que supere la macrocefalia de Barcelona, y tenga por objetivo el equilibrio territorial y la equidad en el acceso a los servicios públicos para todos los catalanes y catalanas, vivan donde vivan. Quiero un gobierno en la Generalitat que sea realmente independiente y luche por la calidad de vida de todos. Y no quiero depender de aquellos que tratan a mi país como una marca, y hacen de sus principales signos identitarios un producto comercial.

El éxito conseguido por la Asamblea Nacional de Catalunya, y por la Asociación de Municipios por la Independencia, en la manifestación de la Diada, ha forzado un punto de inflexión en la política catalana. Inflexión que debe posibilitar eliminar la ambigüedad y el tacticismo de los discursos y relatos de la mayoría minoritaria que está en el gobierno de la Generalitat.

Muchos catalanes han salido a la calle estos últimos años para posicionarse también sobre el futuro de Cataluña desde otra perspectiva. Empezando por la manifestación contra la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, pasando por las múltiples manifestaciones contra los recortes, hasta la gran manifestación a favor de la Independencia. Sin embargo, mucha gente no se ha manifestado en ninguna de las convocatorias. Algunos han asistido una vez o más, y si muchos no han salido a la calle,ha sido porque no han encontrado motivos para quejarse. Esta gente que se queda en casa, era bautizada por la maquinaria de marketing del gabinete de Presidencia del gobierno de la Generalitat como "la mayoría silenciosa". Aquella mayoría de gente que el presidente Mas decía defender con tanta firmeza, otorgándose su representación sin manías cuando infravaloraba y despreciaba las manifestaciones contra los recortes, ¿se acuerdan?

Los partidos hoy en los gobiernos estaban ocupados desmantelando los servicios de salud y educación y los servicios sociales. Decían, para justificarse, que no había más remedio, que se encontraron la caja vacía y culparon a todos menos a los verdaderos causantes de la crisis. Mientras tanto, reducían los impuestos que afectaban a los catalanes más ricos. Estos posicionamientos les permitió ganar credibilidad en algunos sectores conservadores y les ha justificado poder pactar sin remordimientos nacionalistas ni soberanistas, con el PP.

El presidente Mas, en su comparecencia ante la prensa del día después, nos dice que debemos construir estructuras de Estado. ¿Cómo se puede hacer esta afirmación habiendo desmontar los sistemas de salud, educación y protección social de carácter público? ¿ De qué estructuras nos habla el Presidente?.

Está claro que ha dejado en manos de la sociedad civil el rumbo del estado de cohesión social, y apuesta por la beneficencia en lugar de impulsar una sociedad cohesionada donde la salud y la educación sean los mejores signos identitarios que puede tener Catalunya, y los han despreciado.

Sin garantizar unos sistemas de financiación públicos de salud y educación de calidadno puede haber libertad, ni progreso económico ni social para todos. Se debe abandonar por todos los partidos políticos la ambigüedad respecto al futuro de Catalunya. Han pasado dos años y nadie ha hecho bien los deberes, teníamos herramientas para reconstruir el Estatuto dañado por el tribunal constitucional a instancias del PP, y hemos oído pocas voces defendiendo esta posibilidad frente a la ruptura. Tenemos la obligación de decir que es necesaria una modificación de la Constitución para solucionar el encaje de Cataluña en España. No quiero que mi país esté limitado por una Constitución ya superada, que debe reformarse o cambiar, sin olvidar que el acuerdo político y social que la hizo posible en 1978, nos facilitó la convivencia en momentos tremendamente difíciles. Tampoco sería justo pasar página y dejar de lado que nuestra joven democracia costó mucha sangre, sobre todo de los trabajadores y trabajadoras que lucharon por la libertad en tiempos mucho más difíciles. Hay que dar una oportunidad más a la convivencia con el Estado, pero ahora es indispensable para los catalanes y catalanas que se les reconozca, -y sin matices- el derecho a decidirlo libremente y sobre todo independientemente.

Quiero la independencia de mi país y su gente para posibilitar que la política financiera y económica del gobierno de Cataluña sea libre e independiente y esté al servicio de todos los ciudadanos. Y que no pueda permitir, ni remotamente, que un gobierno pretenda cambiar alcachofas por ruletas para generar empleo, poniendo en peligro la calidad democrática y de gobernabilidad en convivencia en Cataluña.


No se pueden olvidar los detalles cuando se quiere pensar en grande. Es una cuestión de perspectiva.

Josep Maria Sabaté Guasch

Diputado socialista en el Parlamento de Cataluña

 

2 comentaris:

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  2. Pues claro que si. Mi familia cada vez que va a la compra, hacemos un referéndum por la segregación de Cataluña. Miramos donde está radicada la empresa en cuestión fiscalmente, y hala y si es Catalan. No lo compramos. Tenemos predilección por los productos nacionales o si me apuras franceses, que este si es un país responsable de sus productos. Adéu!

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