La campaña de las
elecciones al Parlament de Catalunya está resultando tan previsible, que
pasará a la historia como la más poco original y aburrida de las campañas. Todo
gira alrededor de la independencia como la única solución, como la panacea,
aquel remedio que lo cura todo. El producto a comercializar es: "Fe ciega
en la soberanía plena". Eso sí, dentro de Europa, que es precisamente
donde han ido a parar parte de la soberanía catalana y española. Todo se puede
explicar a los consumidores (pues a así se nos trata, y no como ciudadanos) por
parte del aparato de comunicación de CiU. Ya hace tiempo que hemos aceptado
este papel, porque nadie ha sabido contrarrestar este talento.
El aparato
convergente ha sido capaz de crear un producto ilusionante a base de repetir la
marca, pero con una fórmula secreta. ¿Les suena como consumidores?
Estamos ante una nueva "chispa de la vida". Pero: ¡Ojo, no sabemos si
el producto será light, cero, descafeinado o normal! ¡Qué paradoja más grande!
¿Recuerdan aquello del "pájaro en mano"? Pues ahora los mismos
que hace pocos meses no hablaban de independencia, han hecho de ésta el motivo
principal de su ideario. Y por el contrario, aquellos que siempre han hablado
de independencia, “Solidaritat per la Independència” (SI), es probable que ni
resulten elegidos. No deja de resultar lógico si se mira con perspectiva
comercial. Precio por precio, la gente compra producto ganador y no marca
blanca.
La creación del
“nuevo”-“viejo” producto Independencia es un proceso trabajado y estudiado, que
se ha visto reforzado por los acontecimientos. Y si se hubiera hecho con menos
chulería, sería mucho más creíble y solvente. Que es un proceso muy calculado
se explica por el "tsunami" independentista que llena todas las
tertulias de radio y televisión (incluidas las públicas), y es titular a diario
en la prensa escrita. Pretenden que nos posicionemos constantemente al
respecto, y nos obligan a demostrar que o somos buenos catalanes y estamos de
acuerdo con el pensamiento dominante, o somos extranjeros. Y no es casual que
entidades culturales, iconos de nuestro país, aprovechen estos días para hacer
marketing telefónico con el interés aparente de asociarte, y de paso,
convertirte al independentismo excluyente. De esta manera no se crean ni
simpatías ni complicidades. Así sólo se están poniendo las bases para crear
desencantos y frustraciones. Ahora sí puede afirmarse que los catalanes y
catalanas somos "únicos y asimétricos". Los consumidores catalanes
van comprando el producto Independencia, siguiendo la estela dibujada por el
equipo comercial de CiU, y contando con la ayuda de nacionalistas españoles
que, con su torpeza, los hacen grandes. El éxito no se podrá resistir.
Mi abuelo me decía
"Quien no sabe más que una canción, sólo ganará un real". Es decir,
que mal vamos si sólo nos ocupamos de hablar de lo que haremos cuando seamos
soberanos y dejamos la gestión de la crisis actual a unos mercados, cuyos
responsables no pasan por las urnas. La derecha y los nacionalismos siempre
acaban coincidiendo, aunque compongan zarzuelas no demasiado polifónicas o sólo
sepan una canción. Mi abuelo vería aquí la excepción al refrán.
Se necesitan nuevos
instrumentos de Estado para Catalunya, muy cierto, pero tenemos que empezar por
intentar reconstruir políticas financieras que no nos precipiten en caída libre
ni a una Europa controlada por los mercados, ni a unos recortes en salud,
educación y otros servicios sociales (verdaderos instrumentos de Estado,
propios y singulares de Catalunya), obligados dicen, para poder pagar los
incrementos de tipos de interés que precisamente determina asimétricamente esta
Europa, a la que quieren entregar, con ilusión, un nuevo Estado. Sin política financiera propia no seremos
más que una colonia.
No es justo que
hablemos con medias palabras. No se puede decir que Cataluña exporta más, hay
que decir que las empresas ubicadas en Cataluña exportan más, pero resulta que
muchas son de capital no autóctono. No
se puede hablar de España como si fuera un extraterrestre, la Generalitat
también es Estado, todavía. Y no se puede ir de sobrados y chulos, no es necesario dinamitar todos los puentes
para ser más grandes y más auténticos, porque de ganar la opción
independentista, el país novel necesitará mucha ayuda y complicidades para
crecer. Y los modales y maneras serán muy necesarios para construir una
diplomacia catalana que precisará desplegar relaciones internacionales
excelentes con los países vecinos, como corresponde a un estado de calidad.
Josep Maria Sabaté i
Guasch
tradución del articulo publicado en Catalunya Press el 8 de Noviembre
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